-Un día tenía hambre.
-¿Qué día?
– ¡Un día! ¡¡Eso no viene a cuento!! El caso es que un día tenía hambre, y con tal motivo me comí un camarón y contento me quedé.
– ¿Tenías hambre, te comiste un camarón y contento quedaste?
– Eso he dicho, veo que lo has entendido.